Cuando la ansiedad toca el alma
La paz de Dios no depende de las circunstancias, sino de la confianza que nace en la oración.
La paz de Dios no depende de las circunstancias, sino de la confianza que nace en la oración.
Cuando el corazón está agotado y las fuerzas se desvanecen, Jesús nos invita a descansar en Él.
Permanece en la Palabra, cultiva la oración y deja que el Espíritu Santo te forme. Porque crecer en la gracia es vivir cada día más cerca de Jesús.
La gracia no es licencia para pecar, sino poder para vencer. Permite que la gracia te corrija, te transforme y te impulse a vivir como verdadero hijo de Dios.
La gracia nos sostiene, nos levanta y nos enseña a depender de Dios en todo momento por eso cuando creemos desmayar recordemos la palabra de Dios en sus promesas.
En este devocional, recordamos que la salvación es un regalo, no una recompensa, y que incluso en los últimos momentos de vida, como el ladrón en la cruz, podemos recibirla por fe.
La fe que persevera no se rinde, sino que espera con esperanza, ora con confianza y obedece con amor. Permite que esta reflexión fortalezca tu corazón y te anime a seguir firme, sabiendo que Dios está obrando en cada prueba.
Aprende a confiar en lo invisible, a esperar con paciencia, y a declarar con convicción: “Yo ando por fe, no por vista.”
La fe no es un simple sentimiento, es la base de nuestra relación con Dios. No podemos acercarnos a Él con dudas ni incredulidad.
Caminar en fe significa avanzar confiados en la Palabra, aunque nuestros ojos no perciban resultados. Como dice 2 Corintios 5:7