Buenos días y bendiciones para todos. Hoy quiero compartir este breve devocional con ustedes.
Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; más he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
Apocalipsis 1:12-18
Cuando leo este pasaje, aunque solo es una lectura me logro hacer una pequeña imagen de quién es nuestro Dios y digo pequeña porque esto solo fue una teofanía que Juan pudo ver, pero sé que nuestro Dios es mucho más que esto. Sin embargo, tal narración me pone a pensar un poco sobre lo que él nos deja ver. Él es el eterno, el primero y el último, el que tiene en sus manos la muerte y el Hades, el príncipe ceñido de ropas santas y resplandecientes, el que discierne nuestros pensamientos y temores, es fuego, es estruendo es espada de 2 filos, es quien tiene la autoridad para darnos vida y paso a su reino o muerte y separación eterna por medio de su juicio y cuántas cosas más podríamos decir de nuestro Dios.
Cuando leo esto pienso en lo que dice la escritura y es que un día todos estaremos ante su presencia, la presencia de este Jesús a quien describe el apóstol Juan y me pregunto ¿estaré lista para ese encuentro? ¿estarás listo tú también?
Juan fue un hombre piadoso, santo, apartado del mal, maestro de la palabra y celoso del evangelio. Sin embargo, cuando tuvo su encuentro con Jesús cayó debilitado y casi muerto y no pudo evitar sentir miedo ¿te has puesto a pensar qué sentiremos nosotros ese día? Y sobre todo ¿cuál serán las palabras que de él recibiremos? Juan fue consolado y reconfortado por Jesús al escucharle decir no temas, pero ¿piensas que como Juan también recibiremos estas palabras? Juan lo había dejado todo por servir a Jesús y en este momento de la visión ya era un hombre anciano que desde su juventud había conocido y predicado el evangelio del reino de Dios y por causa de este evangelio ahora estaba preso en una isla llamada Patmos.
Sé que la salvación que recibiremos no es por obra sino por gracia, pero temo mucho al pensar que estaremos haciendo aún con esa gracia que nos fue dada porque la gracia no es una licencia para pecar sino el maravilloso regalo de Dios para que en libertad le adoremos y vivamos para él cada día.
No sé tú, pero yo quiero ser consolada también y aprovechar esta gracia para conocerlo más y más para servir a Dios cada día por lo que me resta de vida.
¡Que tengan un feliz día!