«Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Hebreos 11:1

La fe es la seguridad de que Dios cumplirá lo que ha prometido, aunque todavía no lo veamos. El apóstol Pablo lo confirma en Romanos 8:24-25: “Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.” Esto nos enseña que la fe no depende de lo visible, sino de la confianza en la fidelidad de Dios.

Caminar en fe significa avanzar confiados en la Palabra, aunque nuestros ojos no perciban resultados. Como dice 2 Corintios 5:7: “Porque por fe andamos, no por vista”. La fe nos hace firmes en medio de lo incierto.

Ahora bien, ¿de dónde viene esa fe? Pablo responde en Romanos 10:17: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. La fe se alimenta cuando oímos y guardamos en nuestro corazón lo que Dios dice en su Palabra.

El profeta Habacuc ya lo había declarado siglos antes: “Mas el justo por su fe vivirá” (Habacuc 2:4). La fe no es un recurso de emergencia, sino un estilo de vida diario: Vivir confiando en la Palabra de Dios.

Un ejemplo bíblico.

Abraham creyó en la promesa de Dios aun cuando la realidad decía lo contrario. Romanos 4:18-21 nos muestra que “se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.”

De modo que:

• La fe me ayuda a esperar en Dios aunque todavía no vea la respuesta.
• La fe me enseña a caminar confiando en Su Palabra más que en mis emociones.
• La fe me recuerda que vivir es creer, aun en lo invisible

Oremos

Señor, gracias porque me enseñas que la fe es certeza y confianza en ti. Ayúdame a vivir cada día no por lo que veo, sino por lo que creo en tu Palabra. Hazme crecer en la fe y agradarte en todo momento. Amén.

Recuerda

«Vivir por fe es caminar confiado en lo que Dios dijo, aunque mis ojos aún no lo vean.»