Muchas bendiciones en este nuevo día.
Hoy quiero compartir este verso que sin duda nos aterriza y nos hace reflexionar en que parte nos hallamos nosotros.
Él es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto.
Deuteronomio 10:21
1. Dios es nuestro objeto, razón o propósito por el cual cantamos, enviamos devocionales o compartimos la palabra al prójimo.
Cambiar el objeto es decir apartar a Dios de este propósito para ponernos nosotros mismos, para mostrar cuan sabios somos, cuan elocuentes, preciosas o talentosas nos vemos; solo desvirtuaría lo que hacemos y perdería completo sentido. En este caso no seríamos diferentes a Sansón quien usó su don (el don que DIOS mismo le había dado) para su propio beneficio y fama.
2. El verso declara que Dios es nuestro Dios, entonces si él es Dios nosotros solo somos criaturas hechas por él, con una imagen, conocimiento y gracia prestada pues nada proviene de nosotros sino de él.
No olvidemos lo que en el Salmo 100 dice que Él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos así que tomar lo que es de Dios para pretender lucirlo como nuestro tampoco nos diferenciaría en nada a lo que hizo Satanás en el cielo; quién se llenó de orgullo por su posición entre los ángeles y quiso reemplazar al creador con una simple criatura.
3. El verso termina declarando “Él ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que has visto”.
Si creemos a esta palabra entonces caminemos con temor y temblor delante de nuestro Dios. Porque aquel que hizo cosas terribles para bendecirnos no escatimará en hacer lo terrible también para destruir al orgulloso junto con su orgullo. Recordemos que el Dios inmensurable (aquel que es imposible de medir) es quien nos demanda que debemos mantenernos sencillos alabándole como reconocimiento de que él es el único grande.
Un poco demandante la palabra en este día, pero necesaria para no acarrear juicio.
¡Bendiciones!