Hoy hablaremos del por qué necesitamos ser salvos.

Romanos 3:23 dice por cuantos todos pecaron, y están destituido de la gloria de Dios. Como podemos ver, vivimos en un mundo donde muchos creen que ser buenas personas es suficiente pero la palabra de Dios nos revela una verdad profunda “todos hemos pecado, no importa cuán grande o pequeño creamos que son nuestros errores”.

El pecado no es sólo algo visible como matar, mentir o robar, a veces se esconde en el orgullo, en la indiferencia, en el olvido de Dios; es como una separación silenciosa entre nuestro corazón y su presencia y aunque merecíamos estar lejos de él, Dios ideó un plan de rescate para nosotros: Jesucristo. Su amor nos  alcanza  no porque lo merezcamos sino porque decidió amarnos hasta la cruz, él decidió dar su vida por nosotros para poder reconciliarnos con Dios, como dicen las escrituras “estábamos destituidos de la gloria de Dios” por la desobediencia del hombre en el huerto del edén; Dios solo dio un mandamiento pero el hombre no supo usar su libre albedrío y eligió mal y esto trajo su muerte espiritual y separación con el creador pero Jesucristo vino para atraernos a su presencia restableciendo lo que había dañado la comunión con Dios, esa es la mayor manifestación de amor que Cristo nos dio.

Aprovechemos esta oportunidad que se nos brinda para restaurar nuestra vida en Jesús.

Reflexión

¿Estoy viviendo con la certeza de que he sido perdonado?

¿He reconocido mi necesidad de un Salvador?

Oremos

Señor Jesús reconozco que te necesito, no quiero vivir lejos de ti, perdona mis errores, limpia mi corazón y lléname de tu paz, gracias por salvarme por buscarme cuando me había perdido hoy quiero caminar contigo, amén.