Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
2 Timoteo 3:16-17
Hay un principio que todo cristiano debe conocer y aplicar. En otras palabras, diríamos que es el a, b, c de los creyentes, y quien no lo conoce o no lo aplica no está listo aún para pasar a un nuevo nivel espiritual. Este es el ser un buen lector, oidor y hacedor de la palabra de Dios.
La lectura diaria no es un capricho de Dios, en realidad es la manera más rápida y efectiva para el crecimiento de un creyente. Recordemos que al recibir al Señor Jesús vinimos a ser nuevas criaturas, es decir bebés que necesitan crecer y aprender del reino de Dios.
Dios, para poder alimentarnos y de esta manera llevarnos a tal crecimiento a fin de ser perfecto y que estemos preparados para hacer su obra, nos induce a depender de su palabra porque ella tiene la capacidad absoluta para hacer crecer lo que está enano, para guiar y adiestrar al que no sabe cómo actuar y desarrollar sabiduría y destreza en quién no la tiene.
Entonces digamos que la biblia es el alimento de un bebé, la escuela de un niño, el gimnasio de un joven y el proyecto de vida de un adulto a fin de prepararlo enteramente hasta ser perfecto para alcanzar la meta que no es otra cosa que llegar a su presencia por el resto de la eternidad.
Oración: Amado Dios, es mi deseo que tu palabra produzca en mí el crecimiento que tú esperas. Te ruego que me des sabiduría para entenderla y deseo de pasar tiempo con ella, para alcanzar la meta que con amor has trazado para mí. Amen
Lee, medita, instrúyete y ejercítate cada día con la palabra de Dios.
¡Que tengan un buen día!