2 Pedro 3:18 “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén”.

La vida cristiana no termina cuando recibimos la gracia de Dios; al contrario, ahí es donde todo comienza. Pedro nos invita a crecer en la gracia, lo que significa avanzar, madurar y fortalecer nuestra relación con Cristo. Crecer en la gracia es aprender a vivir dependiendo más de Dios y menos de nosotros mismos.

Dios no quiere que seamos creyentes estáticos, sino discípulos que avanzan cada día hacia una vida más plena en Él. Su gracia no solo nos salva, nos transforma, nos enseña y nos impulsa a madurar espiritualmente.

Así como una semilla necesita sol y agua para crecer, nosotros necesitamos permanecer en la gracia y el conocimiento de Cristo para dar fruto.

Colosenses 2:6-7: “De la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él”.

Tenemos un ejemplo bíblico:

El apóstol Pedro es un ejemplo vivo de lo que significa crecer en la gracia.
Al principio fue impulsivo, temeroso y hasta negó a Jesús. Pero con el tiempo, la gracia de Dios lo moldeó, lo levantó y lo convirtió en una columna firme de la iglesia.
Ese mismo proceso Dios quiere hacer en nosotros: transformar nuestras debilidades en fortaleza y hacernos más parecidos a Cristo.

No te conformes con solo haber recibido la gracia; busca crecer en ella cada día. Permanece cerca de la Palabra, porque la gracia y el conocimiento de Jesús van de la mano.

Pide al Espíritu Santo que te ayude a ser constante en la oración. El agradecimiento es una señal de que estás creciendo en la gracia.

Oremos

Señor, gracias porque tu gracia no solo me salvó, sino que me hace crecer. Enséñame a depender más de ti y menos de mis fuerzas. Ayúdame a madurar, a reflejar tu amor y a vivir cada día más cerca de ti. Haz que mi vida sea un testimonio de tu gracia transformadora. Amén.