Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca.
Salmos 34:1
Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre.
Salmos 100:4
Estos dos textos tienen algo en común y es la alabanza, ese reconociendo de quien es Dios, y el hecho de reconocerle produce en nosotros agradecimiento.
Querido amigo, la clave de la alabanza es esta: reconocer quien es Dios; y siempre el punto de partida de toda bendición es el agradecimiento.
En una ocasión cuando Jesús antes de que Lázaro fuera resucitado empezó a dar las gracias. Ahora siendo sinceros, a nosotros primero nos gusta recibir y luego dar las gracias, y es lo que cotidianamente hacemos; recibimos un favor y luego damos las gracias, pero la bendición empieza y debería empezar con la alabanza.
En el primer texto podemos apreciar que David entendía y tenía súper claro el poder de la alabanza, por lo cual se había comprometido a dirigir su alabanza a Dios en todo momento, y que en todo momento la alabanza estuviera de continuo en su boca.
Además, algunos de los cánticos más bellos se escribieron en los momentos más terribles de la vida de David.
Por eso hoy, mañana y siempre, ¡Que no cese la alabanza de tu boca!